Casi cada día cuando subo al tren R, durante mi viaje aburrido desde Northern Boulevard hasta la calle 8, estoy encantada con los sonidos de artistas hambrientos tocando y cantando para centavos. Claro que una gente se ríe y otros se les molesta pero yo siempre me alegro porque añade un poco de color y emoción a mi día. Realmente para mí, el viaje no sería completo sin que ellos entren y entretengan. ¡Éste es la belleza de estar en la ciudad!
Según el artículo “Taladros sin violines,” hay mucha controversia acerca de una ordenanza que busca impedir que los artistas toquen música en Madrid. Aunque nunca he viajado a esta ciudad, me imagino que la situación es similar a la de aquí, que los artistas simplemente tratan de entretener a la gente para ganar dinero o promover su arte. En realidad no importa la razón porque y me parece ridículo que quieran prohibir el entretenimiento musical en ¨el aire libre.¨
Y ¿Cuál es su racionalización por esta prohibición?
El artículo señala que alguna gente está molestada por la música pero yo digo que si le molesta, el problema no es que tiene que escuchar música involuntariamente sino que no escuchan bastante música. La música es algo que levanta los ánimos y si la gente dejara de pensar en lo mucho que le molesta oírla, podría aún disfrutar del espectáculo que les enreda. Es una bendición.
No obstante, no es solo que la música es disfrutable. La música es una gran muestra de la cultura de un país y del ambiente de la ciudad. No puedo imaginar NYC sin las atracciones, la cuales son parte de la cultura de la ciudad. Igual, supongo que en Madrid lo mismo aplicará. Al robar una ciudad, (no es mencionar una ciudad de gran atracción turista) de una cosa que seguramente no daña a nadie y que contribuye a su riqueza cultural, nada se logra. Hay crímenes y otras amenazas con los que se pueden preocupar. Deja que el arte viva sin restricción.
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